La luna baja iluminaba tenuemente la ciudad muerta. Las ventanas oscuras de las casas y los autos abandonados se sumaron al horror. De repente, una sombra rápida saltó a la carretera y se abalanzó sobre ti. El arma, apretada con fuerza en sus manos, se disparó sola por miedo. La sombra se congeló y cayó al suelo. Al sonido del disparo, nuevas sombras aparecieron detrás de las casas.